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madre monte

Mito de origen indígena presente en casi todas las regiones de Colombia. La Madremonte es la divinidad de los montes, de los montes del llano. Es una mujer alta, corpulenta, elegante, robusta y de caminar ondulante, como si la meciera un suspiro de brisa. Sus cabellos de helechos y lianas son protegidos por un sombrero vistoso adornado con plumas y flores. Su piel está cubierta de suave musgo y de verdes hojas. Su larga melena que cubre su rostro, deja ver solamente sus grandes colmillos y ojos brotados y encendidos. Tiene brazos de bejucos y manos de tiernas ramas. Es la diosa guardiana de los montes, bosques espesos y selvas. Cuando se tala un árbol su corazón sufre y de sus ojos brotan lágrimas de rocío y es por esto que se enoja y se transforma persiguiendo a los cazadores, pescadores y aserradores de los bosques. Sus iras y persecuciones son terribles. Produce tempestades, vientos e inundaciones que destruyen las cosechas, ahuyentan los ganados, ahogan los terneros y causan toda clase de calamidades, hace perder a los niños vagos y desobedientes y los esconde debajo de las cascadas en las montañas. La Madre Monte persigue con saña a los que son dados a discutir maliciosamente por linderos y que destruyen las alambradas de sus vecinos y colindantes; es una asidua defensora de los limites correctos de las propiedades. Castiga a los que roban, a los que osadamente invaden el corazón de sus enmarañadas arboledas. También persigue a los hombres que andan en malos pasos haciéndolos perder en el monte y los pone a caminar durante horas porque su influencia se manifiesta por una especie de mareo o alucinación mediante la cual la víctima ve todos los lados del monte idénticos lo que le hace dificil encontrar la salida. Cuando se baña en la parte alta de los ríos siembra en ellos enfermedades y plagas. Para ahuyentarla, cuando se le encuentra de frente, hay que insultarla, no mostrarle miedo y lanzarle latigazos. Tambien se cuenta que para liberarse de las acometidas de la Madremonte es conveniente ir fumando un tabaco o con un bejuco de adorote o carare amarrado a la cintura o llevar pepas de cavalonga en el bolsillo o una varita recién cortada de cordoncillo, de chicalá o guayacán, a guisa de bordón; sirve así mismo, para el caso portar escapularios y medallas benditas o ir rezando la oración a San Isidro Labrador, abogado de los montes y de los aserríos. El mito es conocido en Brasil, Argentina y Paraguay con nombres como: Madreselva, Fantasma del monte y Madre de los cerros. 

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